En una ocasión un poderoso ejecutivo se tomó unas vacaciones, las primeras vacaciones en mucho tiempo. Para ello se fue a un pequeño pueblo costero, y se alojó en un humilde hostal.
Por las tardes solía salir a pasear por el muelle, y poder así contemplar la puesta de sol y el vuelo de las aves. Un buen día se encontró con un hombre de mediana edad que estaba amarrando su pequeña barquichuela. El ejecutivo le preguntó.
-¿Cuánto ha pescado hoy? ¿Mucho?-
-No mucho- contestó el pescador.
-¿Y por qué no se ha quedado pescando durante más rato? Podría haber usted pescado más-. Le preguntó el ejecutivo.
-Y para qué, si no necesito nada más para mí y para mi familia – Contestó el pescador. – Además aprovecho el resto del día para levantarme con tranquilidad, ver a mis amigos, pasear con mi mujer, comer con mi familia, pescar un rato y luego tocar la guitarra con mis amigos-
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El ejecutivo se quedó un poco sorprendido, y le dijo.
-Soy ejecutivo en una gran empresa, yo podría ayudarle. Tendría usted que dedicar más tiempo a la pesca, así recogería usted más pescado y lo podría vender, con lo que obtuviera podría comprar una barca más grande y mejor redes con lo que sus capturas de peces se incrementarían. Si además de eso, en vez de consumirlo lo vendiera usted directamente a los consumidores, ganaría más dinero, con el cuál podría comprar más barcos y podría llegar a ser el dueño de una flota pesquera. Y cuando hubiera ganado el dinero suficiente podría montar una fábrica y ganar mucho dinero con ella, pudiendo al cabo de un tiempo vender esa fábrica y obtener dinero suficiente para jubilarse. Claro que para todo eso, debería usted dejar este pueblo y mudarse a otro sitio.-
El pescador se quedó en silencio y le preguntó:
-¿Cuánto tiempo tardaría en hacer todo eso?-
-Veinte o veinticinco años, más o menos- Respondió el ejecutivo.
-Y con todo ese dinero que podría llegar a ganar, ¿Qué es lo que podría hacer?- Preguntó el pescador.
– Pues levantarse con tranquilidad, ver a sus amigo, pasear con su mujer, comer con su familia, pescar un rato y luego tocar la guitarra con sus amigo- Le contestó el ejecutivo, al mismo tiempo que se dio cuenta de lo que le estaba contestando.
El ejecutivo, se quedó pensativo unos instantes y se despidió del pescador. A la semana siguiente presentó su dimisión en la empresa.